Miércoles 3 de Diciembre de 2014

Juicio por crímenes de lesa humanidad cometidos en Junín

  • Diario Democracia - Junin

En la tercera jornada sobresalieron las declaraciones sobre sesiones de picana eléctrica contra los detenidos ilegalmente. Susana Bogey estremeció con su testimonio. Allegados a Adrián Romié reconstruyeron el secuestro y posterior búsqueda del joven que aún permanece desaparecido.

Ya en  la primera jornada del juicio por delitos de lesa humanidad cometidos en Junín se había hecho referencia a los tormentos que se aplicaban en la Comisaría Primera de nuestra ciudad durante la última dictadura militar. Fue cuando se leyó el pedido de elevación a juicio en donde la fiscalía señalaba que en esa repartición se había habilitado “un lugar específico para torturas en el primer piso”.

En la de ayer, esa denuncia fue ratificada por los testimonios de testigos que declararon en el juicio que se desarrolla en el Salón de la Democracia Argentina de la UNNOBA.

Uno de ellos, Daniel Walter Gómez, contó su calvario cuando fue detenido ilegalmente en la Comisaría Primera. “En el tercer o cuarto día, a la noche, me ponen de espalda, me vendan los ojos, y me llevan a la planta alta, donde me sacan los zapatos y me pegan en la planta de los pies para interrogarme”, recordó Gómez, para luego ampliar: “Una noche me llevaron a una oficina, me sacaron la ropa, me acostaron en una cama de elásticos, me ataron, y ahí empezaron a pasarme la picana eléctrica. Mi estado era deplorable”.

Gómez aseguró que al anochecer empezaba a sentir miedo porque podían volver a torturarlo. “Una noche decidí que no quería vivir más y empecé a golpearme la cabeza contra la pared para matarme”, confesó.

Héctor Bozzini, que estuvo detenido desde enero de 1977 en el lugar, relató que “dos veces” lo “apretaron” y en una de esas oportunidades, lo llevaron “donde estaba la cama en la que aplicaban la picana eléctrica”. Si bien él no fue torturado, recuerda claramente que cuando lo llevaron a ese lugar “al lado de la camilla estaba el médico policial, (Aldo) Chiacchietta”, uno de los acusados en este juicio.

En tanto, Miguel Ángel Aspeitía fue otro de los testigos que contó cómo fue torturado, cuando lo llevaban para el lado de San Nicolás: “Hicieron un tramo y de golpe frenan y doblan a la derecha. Para mí era Agustín Roca. Hicimos unos siete u ocho kilómetros y pararon en un descampado. Me metieron en una pieza, me sacaron la ropa y empezaron a picanearme. Ahí empezó el interrogatorio. Preguntaban de todo, donde militaba, si era Montonero o del ERP, dónde me había afiliado, qué leía. A veces paraban y una de las personas decía ‘dale más’, y sentía que le daban más potencia al aparato y cada vez era más fuerte la picaneada. Me lastimaron, la pasaban en la planta de los pies y en los genitales”.

El caso Romié

Adrián Romié trabajaba en el restaurante del Automoto Club cuando, la noche del 17 de diciembre de 1976, a la salida de su trabajo, iba en taxi hacia su casa con sus compañeros y un Falcon gris lo interceptó, se bajaron cuatro hombres armados vestidos de civil y se lo llevaron.

Así surge de la declaración de ayer de los testigos Ramón Sartori y Leonel Rabbia.

Desde entonces, Romié es uno de los desaparecidos de nuestra ciudad.

Silvia Nani también atestiguó en la jornada de ayer y contó cómo ayudó a la madre de Adrián –por entonces compañera de ella en EnTel– a buscar el paradero de su hijo.

Nani contó que fueron al Regimiento, donde las recibió el coronel Félix Camblor y la primera reacción del militar fue decirles: “Bueno, usted sabía lo que hacía su hijo”.

No obstante, les pidió que regresaran el lunes y el siguiente encuentro fue muy decepcionante: “Fue una entrevista muy corta, con muchas evasivas, el hombre caminaba de un lado al otro y no pudo mirarnos a los ojos. No tenía nada para decir”.

Además, Nani recordó que a los pocos días, la madre de Romié recibió una llamada anónima “donde una voz le anunció que a él lo habían matado”.

Más testigos

Alfredo Rodolfo Artola recordó que lo detuvieron en su casa y lo llevaron a la Comisaría. Estuvo 32 días allí, para luego pasar a Mercedes. Según dijo, a Julio Ángel Estelrich (uno de los acusados en este juicio) dentro de la Primera le decían “el gritón”, porque se estaba todo el tiempo gritando amenazas.

También declaró Oscar Bozzini, hermano de Héctor, quien fue secuestrado cuando era secretario de la Unión Ferroviaria, junto con el entonces presidente de la entidad, José Ale.

Por su parte, Armando Blasi relató que estuvo 36 días detenido, aunque aclaró que su situación era diferente a la del resto, “con un amplio régimen de visitas y un tratamiento totalmente distinto”.

En tanto, Miguel Saínz fue citado ya que en 1976 era secretario del Juzgado Penal N° 2, que estaba a cargo del juez Carlos Alberto Berazategui.
Saínz recordó la detención de Ana María Rinaldi, por entonces compañera de trabajo, y las consecuencias de su cautiverio: “Ana María quedó muy mal después de la detención, debió tener asistencia psicológca y psiquiátrica, estaba muy asustada y no quería ni hablar de su detención. Entonces, los compañeros de trabajo tratábamos de sacarla de ese tema”.

También prestaron declaración Andrés Fantino, Elsa Norma Abampini (de Morse) y Oscar Fernández, de Chacabuco. 


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