Lunes 22 de Diciembre de 2014
Aníbal Molina, en su campo experimental, explicó lo avanzado del proyecto –Está pensado en hacer “la fiesta del algodón”.
En el kilómetro 220 de la ruta Nacional nº 5, está el campo donde Aníbal Molina viene realizando una positiva experiencia con la siembra de algodón, cultivo que estaba limitado a regiones lejanas y que, gracias a su capacidad de trabajo, conocimientos y contacto con personas en base a amistad, ha encontrado alentadoras perspectivas. Algo más que propuestas a futuro, puesto que en la visita de “La Voz”, se constató que aquellos surcos de plantas con blancos capullos de hace unos tres años, han podido transformarse en hermosas prendas de vestir…
No ha sido algo milagroso, sino producto de la confianza y el trabajo, de hacer pruebas y volver a empezar; de reiterar la confianza que hace 40 años, Molina había depositado en la soja cuando era prácticamente desconocida en gran parte del país.
En la actualidad trabajan tres personas en la tarea que se desarrolla en el edificio de una antigua escuela rural que no funciona como “templo del saber”, sino como ámbito del trabajo innovador, pleno de ilusiones. Allí se pudo ver en movimiento una máquina que se encarga de separar la fibra de algodón, de las semillas. Aquellos copos blancos se convierten en una plancha de espumosa textura, posteriormente convertida en grandes fardos.
Por ahora, según explicó Aníbal Molina, todo eso es enviado a la provincia del Chaco, desde donde regresa como bobinas hilo, perdiendo en el proceso, un 30 por ciento del peso original.
El hilo, ya sea en forma manual o por medio de máquinas, permite hacer distintas prendas de vestir, hasta con ribetes de otros colores, que se pudieron tener a la vista, sin poder evitar las ganas de probarse para la salida del fin de semana…
Hay que aclarar que también hay algodón marrón, utilizado para hacer combinaciones en la confección.