Martes 2 de Julio de 2013
Brindó una notable exposición sobre cultura en el auditórium del Constantino, ante un gran caudal de espectadores.
En el auditórium del Constantino, ante un gran caudal de espectadores. Foto: La Voz de Bragado.
Dentro del programa elaborado con motivo de los cien años de la Escuela Normal de Bragado, Juan Doffo ofreció una exposición que, además de alto contenido, contó con un gran marco de público, colmando la capacidad del salón Auditorium, del Complejo Constantino.
Mientras en la planta baja se pudo observar la muestra fotográfica realizada por alumnos del establecimiento, la presentación del artista estuvo a cargo de la profesora Marcela Benítez, quien destacó la brillante carrera del expositor, quien nunca olvidó a su Mechita natal y varios de cuyos cuadros embellecen las salas del estadio.
Juan Doffo, apoyándose en diapositivas, explicó al inicio que la idea es ayudar a entender “lo que hay detrás de cada obra; es decir, hay una idea a partir de la cual surge un resultado”.
Su análisis no dejó de mencionar a todos los estilos, con referencia a sus cultores más importantes. Impresionismo, cubismo (Picasso) y funcionalismo, hasta llegar al surrealismo, que trabaja sobre los sentimientos, contaron en cada caso con claras explicaciones. “Los artistas trabajamos con ojos, corazón y mente, en cada obra”, definió.
El surrealismo de Dalí, se unió en el repaso a la “estética nueva para una política nueva”, en tiempos de Stalin, “donde se endiosaba al individuo”.
En su mensaje, citó artistas del mundo, por supuesto con referencia a argentinos y uruguayos: Libero Barni y Torres García, respectivamente. No faltó una emotiva definición de Mechita: “Llanura, un gran vacío para llenar de sueños”.
La generosidad de Doffo, le permitió nombrar a infinidad de amigos suyos, al mismo tiempo artistas relevantes. Tal es el caso, de Raúl Loza, de Alberti.
Definiciones de Da Vinci, cuyo genio le permitió definir al arte como una cuestión mental, que nos convoca en totalidad, abundaron por parte de Doffo. En muchos pasajes -como una constante ligada a su personalidad-, marcó claramente la posición de la cultura, contra todo tipo de dictaduras.
“La obra es un grito desesperado”, definió, por ejemplo, a uno de los cuadros generados por los horrores de la segunda guerra mundial.
“Cada obra tiene su mensaje, que a veces no entendemos”, sostuvo. En esa línea de ayuda-memoria, fue bueno que rescatara la obra de Marcos López, un argentino que “trasladó” la última cena a la fiesta del salame… O el trabajo de Oscar Boni, que hizo posar a una familia de desocupados.
Juan Doffo, artista excepcional, demostró ser un narrador excepcional, capaz de hacer realidad el enorme aporte de la cultura, en pos de un mundo más justo.