Sábado 6 de Septiembre de 2014
Mientras en la Legislatura bonaerense avanza un proyecto de ley para reducir los niveles de arsénico, en Junín y varias ciudades de la región no cesa la discusión sobre la calidad del servicio que reciben los habitantes.
Pese a no ser tapa de los matutinos todos los días, ni tener minutos a cada rato en televisión, la calidad del agua de red es un tema que, por una causa u otra, se mete recurrentemente en el listado de asuntos a tratar por su fuerte incidencia en la salud de la gente.
Sea cual fuere el disparador que transporta una y otra vez la cuestión a los primeros planos, lo que no varía es el componente polémico que la acompaña. Y es que al hablar del estado en que ese bien tan esencial le es suministrado a la población, el arsénico, una de las sustancias que lo integra, es siempre eje de discusiones sociales y políticas.
Por estos días, mientras en la Legislatura bonaerense avanza un proyecto de ley que busca adecuar los niveles de arsénico permitidos en el agua potable, en distintas ciudades del noroeste provincial se denunció que -justamente por la excesiva presencia de ese químico- el material que sale de las canillas se está tornando peligroso para el organismo humano.
En Chacabuco, por ejemplo, esa acusación se encuentra fundada en una serie de análisis llevados adelante por la Universidad de Buenos Aires (UBA), cuyos resultados revelan que la cantidad de arsénico es superior a la permitida por el Código Alimentario Argentino, que establece como parámetro máximo 0,50 miligramos por litro.
Esos estudios se efectuaron a través de una solicitud efectuada el 23 de noviembre de 2011 por el Juzgado Civil y Comercial Nº 3 del Departamento Judicial de Junín, en el marco de la causa “Décima, Graciela y otros c/ Ingredion S.A”.
El informe remitido por la entidad académica con sede en Capital Federal especificó que se concretaron distintas muestras para el laboratorio Cenatoxa, donde se evaluaron resultados de nitritos, nitratos y de arsénicos en aguas.
En el caso de los nitritos, las concentraciones halladas no fueron detectables. Con respecto a los nitratos, fueron inferiores al máximo permitido por el Código alimentario argentino, y en cuanto al arsénico, “excede el límite máximo permitido por el Código Alimentario Argentino (2012) de 0,050 mg/l”.
“En las muestras de agua de pozo, presentaron concentraciones entre 0,033 y 0,128 y las de red entre 0,056 y 0,071 mg/l”, añadieron los investigadores.
40 distritos contaminados
Al mismo tiempo, esta semana, concejales linqueños pidieron que los legisladores de la provincia de Buenos Aires sancionen con premura la ley que exhorta a disminuir el arsénico en el agua.
Entre otras consideraciones, los ediles de la vecina ciudad señalan que “como consecuencia de los altos índices de arsénico encontrados en el servicio de agua del noroeste de la provincia de Buenos Aires, a fines del 2008 la Cámara de Apelación en lo Contencioso Administrativo de San Nicolás obligó a la empresa concesionaria Aguas Bonaerenses S. A. a suministrar en forma gratuita agua potable en bidones a toda persona o entidad de Lincoln que lo solicite, ya que debido a una serie de estudios se comprobó que el agua que brinda la compañía no es apta para el consumo humano”.
Los concejales afirman que en territorio bonaerense existen “unos 40 distritos que cuentan con agua contaminada con arsénico en valores no aptos para el consumo humano”.
En ese contexto, hace poco menos de un mes Pehuajó fue escenario de una gran controversia por una enfermedad que fueron atribuidas al abundante arsénico que contiene el agua, versión que fue desmentida por el intendente Pablo Zurro.
“Hay que comprobar si los enfermos de Acre (Hidroarsenicismo Crónico Regional Endémico) se deben a la ingesta de agua”, dijo Zurro. Y agregó: “El arsénico no sólo está en el agua”.
El jefe comunal destacó obras que está realizando el Municipio con respecto al agua potable y aseveró que este mes de septiembre finalizadas. Sin embargo, luego reconoció que los trabajos los lleva a cabo la Provincia a través de su gestión.
“El agua no la manejo yo”, se desligó el funcionario.
En Junín, quejas y desconfianza
En cuanto a Junín, el intendente Mario Meoni dijo hace un par de meses que la situación del arsénico en el agua se encuentra “estabilizada”, para luego agregar que la presencia de esa peligrosa sustancia en el líquido que consumen todos los juninenses se ajusta a los parámetros exigidos por la Suprema Corte de Justicia.
En 2009, el máximo tribunal bonaerense había condenado a la Municipalidad de Junín por suministrar agua con alto contenido de ese compuesto químico y le había ordenado ajustar la prestación de acuerdo con los niveles de calidad establecidos por el Código Alimentario Argentino, que fijan un límite de 0,05 mililitros de arsénico por litro.
Desde la oposición señalaron ayer que suelen recibir quejas de gente que dice haber padecido enfermedades por la calidad de agua que ingieren. En cuanto a las acciones llevadas a cabo desde los bloques no oficialistas, la concejal Virginia González dijo que en el último par de años no se realizaron pedidos de informes y agregó que si en todo caso se presentó alguno reclamando precisiones sobre el estado del agua de red, esas requisitorias no fueron respondidas por el Departamento Ejecutivo.