Martes 7 de May de 2013
Fernando Octavio Fracchia nació el 30 de septiembre de 1954. Lo llamamos Nano. En La Plata se lo conocía como el Tano o el Húngaro.
Fernando Octavio Fracchia nació el 30 de septiembre de 1954. Lo llamamos Nano. En La Plata se lo conocía como el Tano o el Húngaro. Estudió en Lincoln: la primaria la hizo en la Escuela Nº 2 y la secundaria en la Escuela Normal “Abraham Lincoln” (promoción 1972).
Su familia esta compuesta por el escribano Juan Fracchia (su padre), la docente de jardines de infantes, Irma Sarobe, y sus hijos son: Fernando, Marcelo y Juan Bernardo.
Su principal hobbie era escuchar música nacional, especialmente rock, y tocar la guitarra (generalmente lo hacía solo en casa, a la noche, cuando todos dormíamos). Fue bajista del grupo Quo Vadis.
Le encantaba el fútbol, los picados con amigos, el asado final con discusiones, salir con amigos y los bailes de campo (los setenta fueron los últimos coletazos de estas reuniones), aunque -como él decía- era poco afecto a “la vinagrera” (así llamaba a la barra o cantina), pero amante del buen tinto. En una charla “áspera” a la noche, le encantaba la copita de ginebra y unos buenos amargos en una conversación de amigos o durante el día.
Amaba las discusiones políticas y de carácter social de nivel, por lo que era muy afecto a la lectura y análisis de todo lo que tratara ese tipo de cuestiones.
Católico por ser bautizado, siempre fue un crítico de la Iglesia como institución. Se fue a La Plata en el año 1973 a estudiar Derecho, carrera que hizo en tiempo y forma hasta su desaparición.
Militó en la JUP (Juventud Universitaria Peronista de La Plata) y, como integrante de ésta, trabajó -además de en la universidad- en los barrios más desprotegidos del gran La Plata, intentando ayudar a mejorar la calidad de vida y transmitir valores de solidaridad, compañerismo y lucha para lograr una Argentina más justa e inclusiva.
Era tan fuerte su convicción de que lo que estaba haciendo era la única salida para lograr una sociedad más justa e inclusiva y tan fuerte su sentido de solidaridad con el grupo, que ante el planteo de la posibilidad de exiliarse a un país limítrofe, pidió que le permitieran seguir junto a sus compañeros, ya que consideraba que la acción de concientización realizada en grupo era más contundente y él no podía fallar a sus pares de lucha.
Desapareció una semana más tarde. El 16 de noviembre de 1976 en un operativo realizado (a las 14 horas aproximadamente, según un diario de la época) donde vivían junto al Tano Franzosi y tres compañeros, a una cuadra de una comisaría, mataron a 4 de los cinco integrantes de la vivienda en una copada por parte de la policía y la patota.
Sólo uno logró escapar y avisar lo que pasaba. Según datos aportados por vecinos: dos fueron muertos en la vivienda, uno intentó saltar por los tapiales y lo mataron, y otro corrió hacia las balas en busca de su destino… Fernando murió en la vereda junto a un árbol.
“Es preferible que te maten a caer y en la tortura poder delatar a algún compañero o lugar de reunión” (palabras de Nano cuando, en charlas, se barajaba la posibilidad de caer en manos de la patota).