Lunes 29 de Abril de 2013
Tras los mismos, ocurridos el 16 de abril, se secuestraron 23 equipos de computación y máquinas aparentemente dedicadas al juego clandestino
Tras los mismos, ocurridos el 16 de abril, se secuestraron 23 equipos de computación y máquinas aparentemente dedicadas al juego clandestino.
El secretario de Gobierno, Mario Buezas, explicó que los imputados infringieron las ordenanzas que regulan las habilitaciones y el funcionamiento de los cibercafé.
En este sentido, el abogado explicó que la norma establece que las computadoras de los ciber deben contar con filtros para evitar que los clientes, principalmente los menores, visualicen páginas pornográficas y juegos de azar en los que se incluyan apuestas monetarias.
Buezas explicó que los informes, una vez elaborados, serán elevados al Juzgado de Faltas. Además, se dará intervención a la Dirección Provincial de Loterías y Casinos.
Hasta aquí la noticia pura, sin otros agregados que la misma situación plantea.
Como queda dicho, ahora deberá resolver la justicia si, efectivamente los sospechosos incurrieron en delito o no.
Como quiera que sea vale señalar que en cuestión de juego y tecnología, todavía hay mucha tela para cortar y la legislación vigente no alcanza para tipificar indubitablemente conductas dolosas sobre este tema.
Y en el mismo camino de la tecnología, la computadora, internet y los celulares, va de suyo la masividad de los apostadores, la comodidad que se les ofrece y la variedad de oferta en viviendas de fin de semana, en clubes y en otros lugares “reservados” a miradas indiscretas.
¿Concurren menores?, ¿se expende alcohol?, ¿se cumplen normas de seguridad? Y tantas otras preguntas sin respuestas.
No se trata por estas líneas de andar con la “careta” puesta, ni de falsas moralinas crucificando gente apostando al frente de una computadora o del “verde paño”, pero si de eso se trata, es peor aún manejarse con hipocresía.
Visto el adelanto tecnológico, cabría preguntarse si no es mejor dar carta libre a todo juego y que se haga respetar la prohibición de la permanencia de menores, por ejemplo, entre otras limitaciones.
De tal manera se evitarían posibles coimas y otros enredos frutos de la clandestinidad.
Para la salud mental y espiritual de una sociedad nada mejor que allanarse a la realidad, sin prejuicios ni condenas rápidas, aceptando los límites que para el control del juego se tiene hoy visto los avances tecnológicos.
Si ello no ocurriere se caerá en la injusticia de elegir de entre muchos a quienes se sospecha de ilegalidad, cuando ésta explota en los ojos todos los días y a pocos metros de quienes deberían atacarla.
