Lunes 30 de Marzo de 2015

Cómo es viajar en el nuevo servicio de tren que une Junín con Buenos Aires

  • Diario Democracia - Junin

En dos recorridos realizados por Democracia, la formación salió y arribó a destino en hora. La comodidad y la seguridad, dos de los puntos más altos.

¿Dónde está la fila que no la veo?", preguntó el guarda. En el andén de la estación Junín, todos los pasajeros se amontonaban alrededor de las puertas del nuevo tren. Entonces, el trabajador ferroviario pidió a todos que se organicen detrás de una cola y comenzó con el control de los pasajes.

Así comenzó uno de los primeros viajes del servicio que conecta a las localidades de la región con Retiro y Rufino. Democracia –que hace poco contó cómo se viajaba en "El Martita" de Ferrobaires– hizo el recorridos dos veces, en las clases Primera y Pullman de los nuevos coches de la operadora Trenes Argentinos. 

La puntualidad fue uno de los rasgos sobresalientes del nuevo tren en ambas experiencias. El horario previsto de partida desde Junín hacia Retiro era a la 1.39 del lunes. La formación arribó algunos minutos después de la una y media. Los guardas se encargaron de que el abordaje sea rápido pero organizado para partir con las puertas cerradas y cada pasajero con su butaca ubicada.

En el interior, todavía se sentía el olor a nuevo. Con mucha iluminación y buena señalización, encontrar la numeración de las plazas fue bastante fácil. Caminar por los pasillos también. Incluso cuando otros pasajeros querían acomodar sus bolsos en el portaequipaje. El lugar es mayor aún en la clase Pullman, ya que allí, las filas son de tres asientos en lugar de cuatro como en Primera.

Una vez en marcha, en el primero de los dos viajes uno de los empleados de Trenes Argentinos se encargó de darle la bienvenida a todos los pasajeros en cada coche –estaban ocupados en su totalidad– y pedirles que por favor cuiden el tren.

"Esto nos costó muchísimo a todos. Así que por favor cuidémoslo, porque demandó esfuerzo y trabajo de todos nosotros para que este sueño sea realidad", pidió el funcionario, quien hizo especial énfasis en que nadie apoyara los pies sobre el asiento de al lado, o el de enfrente.

Los asientos de Primera clase ($ 100 el pasaje de Junín a Retiro) resultaron cómodos para un viaje de cuatro horas y veinte minutos, aunque no era mucha la posibilidad de reclinación. Muy similares a los de un avión para vuelos de cabotaje –sobre todo por el tapizado y los apoya brazos–, aunque más anchos y altos. 

Sí era amplio el espacio para las piernas. El detalle estaba en las bandejas para bebidas y comida desplegables desde el respaldo de enfrente. En las plazas enfrentadas, una mesa compartida y, debajo, un enchufe para cargar el teléfono o la notebook.

En Pullman ($ 130), los asientos eran todavía más amplios. Recomendables para quienes prefieren probar distintas poses para dormir o se sienten apretados en las butacas estándar. Las pantallas LED resultaron la principal diferencia en esta clase, además del espacio en las plazas y los pasillos. En el segundo viaje, en esta clase sobraban varios lugares.

Lástima que lo que pudo haber sido un sobresaliente punto a favor, resultó uno de los peores: el video que se reprodujo durante todo el camino fue un spot propagandístico del Ministerio del Interior y Transporte de la Nación, con una duración que no llegaba a los cinco minutos. Así, fue incalculable la cantidad de veces que las mismas imágenes con Florencio Randazzo como protagonista se sucedieron una y otra vez. Sólo las intercaló un pequeño instructivo con las normas de seguridad y las recomendaciones, primero en español y luego en inglés.

En los dos viajes, el aire acondicionado estuvo justo. Ni excesivo ni escaso. A veinticuatro grados en el primero, durante una de las semanas de más calor de marzo, y veintitrés en el segundo, cuando afuera la temperatura marcaba catorce grados. 

Los amplios corredores permitieron lo que en un ómnibus resultaba dificultoso: pasear y estirar las piernas. También hicieron fácil el acceso al baño o al comedor.

Los sanitarios se encontraban limpios. A diferencia de otros servicios, espaciosos y modernos. Las bachas resultaron cómodas e iluminadas, con buenos espejos.

Después de abandonar la estación Chacabuco, donde en ambas oportunidades subió una gran cantidad de gente, el personal apagó las luces. De referencia, quedó en las puntas el display con la temperatura, la hora y la ubicación de los baños. La mayor parte de los pasajeros optó por descansar. Fue allí cuando se notó la buena insonorización y eficacia del sistema de amortiguación inteligente para evitar ruidos y sobresaltos inesperados en la marcha.

El comedor se convirtió en una buena opción para poder mantener una charla distendida sin interrumpir el sueño de los demás. En el buffet, la oferta de alimentos y bebidas era acotada pero suficiente: sandwiches, medialunas, snacks, galletitas, golosinas, café y aguas saborizadas.

La seguridad es otro de los puntos fuertes. El personal transitó los vagones con bastante frecuencia en los dos viajes. Todas las veces, atento a lo que pasaba en cada lugar. Respondieron con amabilidad a las consultas que les realizaron, pero demostraron a la hora de pedirle a algún pasajero que baje sus piernas de la butaca de enfrente. 

Esa tranquilidad y un compartimento especial para las valijas de mayor tamaño, hizo que muchos optaran por dejarlas allí, en la cabecera de los coches, en lugar de subirlas a las parrillas.

Con un horario de llegada previsto para las 6.05, a las seis la formación ingresó en Retiro. Para bajar, en los dos viajes, personal de la terminal del Ferrocarril San Martín acomodó rampas que cubrieron los centímetros de vacío entre el andén y el coche.


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