Sábado 20 de Febrero de 2016
La familia que escapó de la guerra en Siria ya está viviendo en Alberti.
Soledad cuenta que “Fue una emoción verlos, pero a la vez sentimos que era como de toda la vida, hay cosas que no se explican con palabras. Mis hijos son grandes pilares en todo esto y verlos que nada les impide relacionarse, ni siquiera el idioma, eso no es una traba. Mi hijo dice yo le hablo en castellano, el me contesta en árabe pero nos entendemos perfecto o hacen de traductores, los chicos son maravillosos. Jugaron en la pileta, cosa que nunca habían hecho, la verdad es que creo que todavía no caimos porque son pocas horas de mucha emoción. Al principio había mucha gente que quería venir a conocerlos y yo les decía que no, pero ellos están muy agradecidos y dispuestos a recibirlos, asi fue como de a poco se acercaron muchos a darles la bienvenida”.
Soledad cuenta que si bien habían tenido contacto por internet, redes sociales etc, verlos fue sentir que uno se conocía de toda la vida “Es inexplicable, pero uno siente eso. Fuimos en dos autos, mi hija se había llevado unos libritos y en un momento saqué fotos porque las veía interactuando, enseñándole algunas palabras en castellano y la chiquita prestando atención y eran minutos de verse, la verdad es muy emocionante. Ellos escaparon de su casa incendiada, no tienen familia, pudimos hablar de cosas que les han tocado vivir y uno no quiere escuchar mas nada. Vimos videos y la realidad es que nosotros estamos muy alejados de esa situación y para ellos es normal vivir en horror, son generaciones completas”.
La familia logra huir y el destino final era Ecuador vía Argentina. Soledad cuenta que el padre de familia, al llegar a nuestro país, rompe el pasaje a Ecuador y les dice este es el país donde tenemos que vivir y ahí comienza la travesía hasta llegar a Alberti.
“El contó con mucho emoción la decisión de quedarse en nuestro país porque sintió que el argentino es muy solidario. Cuando llegamos nos estaban esperando en la vereda, ellos están muy agradecidos. Los nenes no sabían lo que era jugar en la pileta, el idioma no es una traba. Yo tengo hijos desde 22 años a 7 años y la verdad ellos son grandes protagonistas y cuando vi que estaban de acuerdo con la idea fue un gran apoyo. Ahora que van contando cómo era vivir allá, nos miramos y la verdad es que estamos convencidos de lo que hicimos. Es una familia que tiene todo para empezar de nuevo”.
Soledad repite una y otra vez lo agradecida que está con toda la gente que fue colaborando con distintas cosas. “La verdad es que todo está hecho con mucho amor, muchísimo amor. Ellos están muy agradecidos con los argentinos por eso cuando pasaron por distintos lugares y llegaron a nuestro país, sintieron que los habían tratado como personas y quisieron quedarse acá aunque tengan que dormir en una plaza dijeron. Ellos vieron como se iba armando su casa ahora estamos necesitando trabajo porque ellos quieren trabajar ya. Están cocinando, hemos probado su comida. La cultura es desconocida para nosotros pero hay cosas que son parecidas pero hechas de otra forma. La cocina es un agasajo y con esto de entendernos, hay una anécdota divertida porque los invito a comer en casa un asado y ellos no me entendieron y cuando los voy a buscar habían cocinado para nosotros, por lo que quedó el asado para otro día”.
Consultada por el idioma, ella explica, “Sentimos que esto no es una traba, hay mucha voluntad por entenderse y eso alcanza. Es una familia que empieza de cero, que hoy tiene paz y que están muy a gusto. Lo demuestran todo el tiempo lo felices que están, lo agradecidos y están muy a gusto cuando viene alguien a conocerlos. Es una experiencia que enriquece a todos. Acá no es solo ellos, somos todos, todos aprendemos y los chicos son los grandes maestros de todo esto”.