Sábado 1 de Junio de 2013

Leonardo Reyep fue condenado el martes último a 15 años de cárcel

  • Diario Democracia - Junin

“Peliculón”, claves de un caso envuelto en sospechas de narcotráfico y violencia.

SOSPECHA

“Peliculón”, claves de un caso envuelto en sospechas de narcotráfico y violencia

La condena a 15 años de prisión dictada el martes último contra Héctor Leonardo Reyep, alias “Peliculón”, fue solamente el cierre de un capítulo en la historia de un hombre rodeado de complicaciones con la Justicia.

Esa sentencia fijada por el Tribunal Oral en lo Criminal Nº 1 de Junín es, en sí, el final de una causa judicial, la iniciada tras el crimen que tuvo como víctima a Bárbara Zárate, ex novia de Reyep, quien llegó al juicio no sólo como único imputado sino cargando con pruebas que lo sindicaban como la persona que accionó la pistola calibre 22 aquella fatídica madrugada del 8 de septiembre de 2011, en la vivienda de Moreno 340.

Investigado por narcotráfico

Sin embargo, el hombre aún debe afrontar otro juicio por venta y consumo de estupefacientes, que aún no tiene fecha de realización y que podría complicar aún más su situación judicial.

La droga es, precisamente, un factor crucial para entender el trágico final de la joven vediense, que a sus 22 años había decidido ponerle límites al presunto vínculo entre su novio y el narcotráfico.

Un disparo certero

El alegato de la fiscal del caso, Isabel Carniel, al momento de argumentar –antes del fallo- por qué Reyep debía ser mandado a prisión fue contundente: “El imputado descerrajó un disparo de arma de fuego sobre Bárbara Zárate, quien resultaba ser su pareja y con quien convivía en dicho domicilio, ocasionándole la muerte. Produciéndose ello luego de una discusión en virtud del arribo al lugar de dos sujetos, con la finalidad firme de comprar sustancia estupefaciente a Reyep”.

Violencia de género

Testigos agregaron que a esa relación turbulenta tampoco le faltaba el ingrediente de la violencia. Marcia Rillo y Flavia Burgos hicieron mención a que la noche del homicidio hubo una disputa entre Zárate, quien terminaría siendo su verdugo.

Estos hechos se habían repetido en el tiempo, y así lo refirió una hermana de la occisa, Romina Zárate, quien dijo haber compartido varios momentos con ellos y que presenció situaciones de violencia.

También habló sobre la personalidad violenta del imputado una prima de Bárbara, Paola Poblet Videla. Dijo que Reyep había sido visto en varias oportunidades exhibiendo un arma de fuego marca Bersa calibre 22, haciendo alarde de su tenencia.

Que el disparo nunca pudo haberse producido en forma accidental, y para ello se remitió a las explicaciones dadas por el perito Doro, que en su clara exposición descartó esa posibilidad.

La escena del crimen

La madrugada del 8 de septiembre, en circunstancias en que el oficial Patricio Pereyra y la sargenta Agustina Tesoro (Comisaría Primera) recorrían la jurisdicción fueron comisionados vía radial a los fines de que se constituyan en el domicilio sito en calle Mariano Moreno 340, dado que allí se estaría suscitando un problema familiar.

Ante ello se dirigieron al lugar signado y a su arribo observaron en la vereda a una femenina que salía de la casa, como asimismo al instante se apersonó  desde adentro del lugar un joven que en forma espontánea gritó: “Discutieron y el loco le pegó un tiro, y ahora se fue....”, indicando hacia la parte trasera del patio de la vivienda.

Ante ello, y presumiendo que en el lugar se hallaba una persona herida de arma de fuego, los efectivos se dirigieron hasta el lugar, posándose en el dintel de la puerta y viendo desde allí que en el ambiente tipo cocina comedor se hallaba una persona del sexo femenino, de contextura física delgada, blanca y con cabellos largos negros,  que estaba vestida con una remera mangas cortas color rosa y un pantalón de jeans color blanco, pero con sus pies descalzos.

La chica poseía manchas de color rojo a la altura de la cien y sobre su remera manchas del mismo color más grandes, mientras que en el pantalón presentaba pequeñas gotas tipo salpicadura, hallándose sentada en una silla frente a una mesa circular, con la cabeza apoyada en su brazo derecho el cual se encontraba acodado o apoyado  en una escalera de madera que comunicaría con la planta alta del inmueble, con una leve inclinación  de su cuerpo hacia  su lado derecho y debajo a un costado sobre el piso una gran mancha presumiblemente de sangre coagulada.

Sobre la mesa había una sustancia pulverulenta de color blanca tipo montículo cuatro o cinco proyectiles  de arma de fuego del calibre veintidós, un paquete de papeles para armar cigarrillos, y un televisor, mientras que detrás de ella -en el suelo- un radiograbador encendido. El cuerpo de la mujer, Bárbara Zárate, ya no tenía vida.

La pericia

De acuerdo con las lesiones encontradas y descriptas en la pericia forense y científica, los médicos intervinientes en ese estudio concluyeron en que era verosímil pensar que el fallecimiento de la víctima se produjo como consecuencia de un paro cardiorrespiratorio traumático, secundario a traumatismo cráneo encefálico grave, laceraciones encefálicas, hemorragia intra y extraparenquimatosas por acción de proyectil de arma de fuego.

A criterio médico, la distancia aproximada de disparo fue de alrededor de un metro o más. La muerte de la víctima  se produjo en forma mediata, por presentar signos característicos de una agonía.

“Terminala”

Marcia Rillo, quien vivía en el departamento ubicado en la parte delantera del domicilio que ocupaba la víctima, refirió que esa madrugada se hallaba levantada y siendo las 6 -mientras se hallaba preparando un té- escuchó la voz de Bárbara, quien gritó fuerte algo así como “terminala”. Acto seguido se oyó un disparo de arma.

Luego, Rillo concurrió al domicilio y desde la puerta que se hallaba semiabierta, observó que Zárate se encontraba sentada con las piernas estiradas y cruzadas, un brazo apoyado en el estómago y el otro contra la mesa y la cabeza inclinada hacia el lado derecho,  emanando sangre de la misma.

En el mismo sentido se expresó Estefanía Benítez, otra vecina que vivía en la planta alta de un inmueble aledaño, al recordar ante el Tribunal que en la madrugada de ese día se halla durmiendo, y la despierta el ruido de un disparo de arma. Ante ello, bajó las escaleras, se encontró con su suegra -Marcia Rillo- y se dirigieron hacia la casa de Bárbara, que se hallaba en la parte trasera del condominio.

Y al mirar hacia adentro observó a Reyep que se estaba vistiendo, colocándose las zapatillas, luego sale del inmueble y al ver a Rillo, le dijo : “La maté, la maté”, y se alejó del lugar a gran velocidad en su vehículo que estaba estacionado en la vereda.

La declaración de “Peliculón”

En su declaración, Reyep hizo un recorrido pormenorizado de los acontecimientos vividos desde la noche del 7 de septiembre junto a su ex novia.
Indicó que antes de las 3 de la mañana se fueron a la casa de “Manteca”, un amigo de ambos, que vive en la calle Mayor López 540. Ahí  se cambió Bárbara, que tenía la ropa en la mochila. Que se quedaron allí hasta antes de ir a Rubik, un boliche bailable de moda en ese momento.

Señaló que llegados a Rubik, estuvieron solos en el lugar. Caminaron de un sitio a otro, tomaron bastante vodka con speed. A la hora de cierre, se fueron a la casa, en un Megane.

Dijo no recordar qué hicieron cuando llegaron a su casa. Tampoco si estaban durmiendo juntos o él arriba y ella abajo. Que en un momento él bajó de la habitación  porque escuchó un llamado.

Era el hermano de Ramiro (un amigo) y un amigo. Bárbara estaba con ellos. Que estaban los tres parados. Reyep bajó con un arma sin declarar que estaba en perfectas condiciones de funcionamiento, pero le había pasado varias veces que se le había escapado el tiro.

Que el dicente estaba mal, “estaría alcoholizado”. Dijo que el hermano de Ramiro le decía “soy yo loco, pará” y que él no sabía qué hacía con el arma en ese momento.


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