Martes 23 de Diciembre de 2014
Unas 300 personas se congregaron ayer en la plaza Alsina para manifestarse en defensa de los derechos humanos, por la democracia y para hacer un pedido de justicia por los actos de violencia institucional sufrida por varios jóvenes y adolescentes bolivarenses el fin de semana pasado.
Los convocantes fueron los familiares y los propios chicos agredidos por efectivos policiales el domingo 14 a la madrugada, en el boliche La Vizcaína, y adentro y fuera de la comisaría por parte de algunos efectivos.
Fabiana Miranda y Susana Silva se pusieron el acto al hombro, una en la locución, la otra en el discurso. Las dos madres y dos de los chicos se dirigieron a los presentes para agradecer la presencia de todos y lograron apenas contener la emoción que la angustia les viene provocando desde hace poco más de una semana.
“El domingo 14 de diciembre, una partecita del mundo (y justo la de nosotros) se confundió fieramente. La democracia recibió una herida grave. Los pormenores son irrecuperables y conocidos. No vale la pena abundar en los detalles. Esta tarde, aquí y ahora, queremos proponerles que ayudemos entre todos a curarla y a curarnos la llagas para que Nunca Más una rozadura así nos invada de tristeza. Y mucho menos que sean lacerados los corazones de nuestros jóvenes, de nuestros adolescentes; nuestros hijos, nuestros sobrinos, nuestros nietos, nuestros alumnos, nuestros amigos (…)”, señaló Susana en los primeros párrafos de su discurso.
A renglón seguido, invitó pensar en el sentido de que “si es verdad, como dicen algunos, que la sociedad está violentada, no seremos los adultos los que estemos llevando esas acciones cuando invitamos a quebrar la ley. Cuando estamos dispuestos a vulnerar la justicia para convertirla en venganza, cuando añoramos las épocas en las que imperaba la paz de los cementerios (…)”.
Entre los presentes, hubo representantes de sindicatos, los abogados que están acompañando a las familias, docentes, integrantes de juventudes políticas, dirigentes políticos de los dos partidos mayoritarios, funcionarios del Departamento Ejecutivo, concejales del Frente para la Victoria y muchos jóvenes y adolescentes.
Esos jóvenes contra los que la historia argentina parece haberse ensañado más de una vez. Como recordó Susana Silva, “siempre nuestra violenta historia se la tomó con los jóvenes. ¿Qué devolución esperamos si ahora que por fin vemos que la democracia no es una visita que toma unos mates y se va, sino que es un familiar que llegó para quedarse a vivir entre nosotros, seguimos castigando a nuestros hijos?”.
Los chicos tienen, remarcó, el derecho a la ternura “para que esa ternura se desparrame como un mar suave sobre nosotros en una caricia”. Y aclaró, porque siempre hay quien puede estar dispuesto al retruque, que el ejercicio de ese derecho “no significa ser contemplativos ni dejar hacer. Es más bien ejercer la ardua tarea de amar, de proteger”.
Por último aseguró que este tipo de situaciones violentas contra los jóvenes, se viene sucediendo hace tiempo e instó a que la sociedad le ponga un freno, “para no tener que llorar a un muerto”.
Silva, en nombre de los demás padres agradeció a Isabel Pompo Peralta, la directora de DDHH de la municipalidad, al intendente Eduardo Bucca, al secretario de Legal y Técnica, Marcos Beorlegui, a la Dirección de Prensa de la municipalidad, a los abogados Gustavo Morales, Gustavo García y Hugo González, al Bloque de Concejales del Frente para la Victoria y a los periodistas que cubrieron el tema en sus respectivos medios, todos los cuales estaban presentes ayer en el acto.
Luego, dos de los pibes víctimas de violencia, dijeron lo suyo. Agradecieron el apoyo de esa parte de la sociedad que decidió decirle “basta al abuso de autoridad” y entre los dos, leyeron párrafos que sintetizaron sus pensamientos y dieron cuenta de por dónde van estos chicos que mientras eran golpeados esgrimían los derechos que los asisten como ciudadanos.
“Ahora la lucha es por todos, porque una acción de semejante impunidad no debe suceder, luchemos todos juntos y pidamos justicia para todos. Para que los agresores no repitan estos hechos”, señalaron.
Y como cada vez que un acto de este tipo convoca a la sensibilidad de toda una comunidad, aparecieron los hombres de Luciano Arruga, de Walter Bulacio, de Mariano Ferreyra, de Darío y Maxi, como emblemas de esa Argentina que muchos no queremos: la de la violencia y el abuso. Sus nombres tienen peso propio y densidad.
Al final, retomaron a Martin Luther King: “los derechos humanos son sus derechos. Tómenlos. Defiéndanlos. Promuévanlos. Entiéndanlos e insistan en ellos. Nútranlos y enriquézcanlos… son lo mejor de nosotros. Denles vida”.
Una nena, hermanita de uno de los chicos golpeados, repartía poemas entre los presentes, uno de Juan Gelman, uno de Mario Benedetti y el tercero, de José Goytisolo.
“Viendo a la gente”, tal como cantaba, contaba, decía, escribía, Gelman, las familias se sentirán un poco menos angustiadas, en una lucha por la Justicia que recién empieza. El de ayer no fue un acto más en la historia bolivarense. Marcó el comienzo del camino hacia una sociedad un poquito mejor, para “traer el futuro sobre el lomo, hablar/ familiarmente con el tiempo y saber/ que acabaremos y de una buena vez/ por ser dichosos,/qué hermoso, digo, gente, qué misterio/ vivir tan castigado/ y cantar, y reír/ ¡qué asunto raro!”.